Novena a San Antonio de Padua. Día 9: Antonio, poeta de María.

San Antonio cantaba con fervor las alabanzas a María, Madre de Dios y Madre nuestra«¡Dichoso el seno que te llevó y  los pechos que te criaron!» (Lucas 11, 27).«Deja que escuche tu voz; porque es muy dulce tu voz» (Cantar de los Cantares 2, 14)
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Que el amor que san Antonio mantuvo toda su vida a la Santísima Virgen, inspire en nosotros una sincera devoción a Ella, a la cual Jesús, desde la cruz, nos dio como Madre.

Vida

San Antonio de Padua comenzó su alabanza a la Santísima Virgen con la misma alabanza espontánea y entusiasta que una mujer común le dedicó a Jesús que libra a los poseídos de las garras de los espíritus malvados. «¡Benditos sean! Verdaderamente bienaventurado es el vientre que mereció llevar por nueve meses al Bien, al Bien supremo, a la felicidad de los ángeles y al Señor del universo» (Sermón de alabanza a la Santísima Virgen María).

Nuestro santo dedicó siete sermones a María, cantando sus alabanzas y celebrando las fiestas de la Natividad, la Anunciación, la Purificación y la Asunción. Criado a la sombra de la catedral de Lisboa, que está dedicada a la Santísima Virgen, fue en esta iglesia donde, siendo niño, Fernando aprendió los primeros rudimentos del conocimiento (Rigaldina X,45). Después siguió asiduamente la tradición de los Padres de la Iglesia y conservó una devoción filial a la Santísima Virgen. Sus sermones se hacen eco de las descripciones más hermosas del Cantar de los Cantares:

– «Es muy dulce tu voz» (2, 14).

– «Eres bella, amiga mía, como Tirsá, encantadora como Jerusalén» (6, 3).

– ¡Qué sabrosos tus amores! ¡Son mejores que el vino! ¡La fragancia de tus perfumes supera a todos los aromas! Tus labios destilan miel virgen» (4, 10-11).

– «Ponme como sello en tu corazón, como un sello en tu brazo. Que es fuerte el amor como la Muerte» (8, 6).

– «Bendito el fruto de tu seno», proclama Isabel (Lucas 1, 42). «Su fruto me endulza la boca» (Cantar de los Cantares 2, 3).

– «Salgan a contemplar, muchachas de Sion, al rey Salomón, con la diadema con que su madre lo coronó el día de su boda» (Cantar de los Cantares 3, 11). «El Hijo hoy coronó a su Madre con la diadema de la gloria celestial”, responde san Antonio en la fiesta de la Asunción.

No debemos buscar en los sermones de san Antonio una presentación sistemática de la doctrina sobre María del siglo XIII. Definitivamente está presente en los siete sermones mencionados anteriormente y de forma más velada en los otros 32 que aún tenemos.

Reflexiones y testimonios

Las fiestas marianas marcan el ritmo de la vida de san Antonio.

María, la estrella matutina que ilumina el mundo:

– Así como la estrella matutina anuncia el alba y expulsa la oscuridad de la noche, así en el amanecer de la gracia, María anuncia el sol de justicia a aquellos que habitan en la obscuridad del espíritu».

– El nacimiento de María iluminó al mundo que vivía en obscuridad y sombras de muerte». (San Antonio, Natividad de la Virgen María)

María, sol radiante y arco de gloria:

– La Santísima Virgen fue como un sol radiante en el anuncio del Ángel, como un arcoíris brillante en la concepción del Hijo de Dios» (San Antonio, la Anunciación de la Virgen)

María, incienso perfumado en los días de verano:

– El incienso se cosecha dos veces al año; la doble cosecha es imagen del doble ofrecimiento de Jesús: la primera vez, fue su Madre quien lo ofreció en el Templo; la segunda, Él se ofreció a sí mismo como sacrificio al Padre por la reconciliación del género humano. (San Antonio, Purificación de la Virgen María)

María, vasija de oro sólido, decorada con piedras preciosas:

– La Santísima Virgen era una vasija por su humildad; dorada, por su pobreza; sólida por su virginidad; adornada con piedras preciosas de todas las recompensas celestiales. (San Antonio, Asunción de la Virgen María)

«¡Qué gran distinción y que gran dignidad sería para una mujer pobre —escribió san Bernardo— tener un hijo con un emperador! María tuvo un Hijo con Dios Padre, por eso mereció ser coronada en el cielo» (San Antonio, Asunción de la Virgen María)

Oraciones a la Santísima Virgen

Los sermones en honor de María terminan, como todos los demás, con una oración que recuerda los privilegios que le fueron concedidos e implora su intercesión:

A la Madre de Dios:

«Te pedimos, Señora nuestra, Santa Madre de Dios, que en este nacimiento de tu Hijo, a quien engendraste mientras permanecías virgen, nos envuelvas en pañales y nos recuestes en un pesebre, alcánzanos su perdón, sana por tu misericordia las quemaduras de nuestros pecados y llévanos al gozo de la fiesta eterna. Qué Él, quien hoy se ha dignado nacer de ti, nos ayude; Él a quien pertenece el honor y la gloria por los siglos de los siglos. Amén» (san Antonio, Anunciación de María).

Para la fiesta de su purificación:

«Te pedimos, Madre de Dios, que nos limpies de la sangre de nuestros pecados, para hacer de nosotros una ofrenda, a través del fuego de la contrición, la cera de la confesión y el pabilo de la reparación, de modo que merezcamos llegar a la luz y gloria de la Jerusalén celestial. Amén» (San Antonio, Purificación de la Virgen María).

Meditación

Durante los últimos nueve días, hemos participado en la experiencia espiritual de san Antonio, en su entusiasmo y fervor. Hemos podido entender mejor el valor de la oración, el silencio y el amor. Qué como él nos olvidemos de lo superfluo, nos aferremos a lo esencial y demos lo mejor de nosotros para aliviar, consolar, aconsejar y ayudar a nuestros hermanos y hermanas afectados por la pobreza, la enfermedad y la soledad.

«La escalera que nos lleva a Dios ha sido colocada. ¿Por qué no subir por ella? ¿Para qué seguir arrastrándonos por el suelo sobre nuestras manos y rodillas? Levántate, pues, para que puedas ver «cuán bueno es el Señor» (Salmo 33, 9) y baja para ayudar y aconsejar, porque eso es lo que nuestro prójimo necesita» (San Antonio, II Domingo de Cuaresma).

Intercesión

«San Antonio, ya que has servido y glorificado tan bien a la Santísima Virgen María mientras estabas en la tierra, intercede por nosotros ante su corazón materno, para que siempre nos dé a su Hijo Jesús. Siguiendo tu consejo y ejemplo, san Antonio, queremos ser generosos en hacer lo que Dios nos pide. Amén.» (Saint Anthony Novena – Grottos of Brive)