Acción Católica

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En Salinas desde hace algunos años, se reúne periódicamente, un grupo de Acción Católica. Es un grupo, naturalmente, abierto, en el que puedes participar.

La Acción Católica General es una asociación de laicos definida sobre la base de las cuatro notas del Concilio Vaticano II para la Acción Católica. Tiene como misión la evangelización de las personas y de las realidades en las que está inmersa la parroquia. Es, por tanto, una propuesta para los laicos y laicas de todas las edades (infancia, jóvenes y adultos), y para todas las parroquias y diócesis.

Es una asociación organizada en:

Tres sectores: Infancia, Jóvenes y Adultos.

Tres niveles: Parroquial, Diocesano y General.

El nuevo Proyecto de la Acción Católica General está construido sobre cuatro pilares: espiritualidad, misión, formación y organización.

PROYECTO DE LA AC

Espiritualidad

 

La espiritualidad de la ACG es la vivida desde nuestra condición de ciudadanos del mundo y de miembros de la Iglesia. Ambas dimensiones, social y eclesial, vividas de forma armoniosa y complementaria.

Es una espiritualidad que desarrolla la unión y equilibrio en la vida cotidiana de lo que cada persona cree, vive y celebra.

La espiritualidad y misión del consiliario en la Acción Católica General no es otra que la espiritualidad y misión del presbítero dentro de la Iglesia.

Y puesto que la parroquia es la matriz y el centro de gravedad de la Acción Católica General, con razón el párroco está llamado a ser “el consiliario habitual” de la Acción Católica General.

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Misión

 

La Acción Católica General es diocesana: pertenece a la diócesis, recibe su vida de la diócesis y la devuelve al proyecto de la diócesis. La Acción Católica General tiene en la parroquia su espacio vital y propio, aportando a la parroquia dinamismo en la madurez y crecimiento de los laicos y de su responsabilidad y protagonismo. Y la dimensión misionera, que se ocupa de los alejados y de las personas en situaciones de pobreza y marginación.De esta forma la parroquia desarrolla plenamente sus dos dimensiones, unidas en una sola tarea: la parroquia como comunidad parroquial en la que participan las personas que se reconocen como creyentes y la parroquia como territorio de misión evangelizadora, que permite una convocatoria explícita de los alejados y los no creyentes para anunciarles el Evangelio de Jesucristo.

La Acción Católica General se ofrece a las parroquias para impulsar un laicado maduro, consciente, evangelizador y misionero. Para impulsar la evangelización de los ámbitos en los que está inmersa la parroquia. Y para trabajar para la unidad de la comunidad parroquial y la corresponsabilidad de todos sus miembros.

Formación

El objetivo de la formación es suscitar, promover y alimentar la comunión con Jesucristo. Su finalidad no es meramente la transmisión de una doctrina, sino que es poner a la persona no sólo en contacto, sino en comunión con Jesucristo, mediante el encuentro personal con Él.Los destinatarios de la formación son los niños, jóvenes y adultos de nuestras comunidades parroquiales, y entre ellos se encuentran los militantes de la ACG.El proceso formativo es para toda la vida, sin cortes. Es el mismo proceso para los tres sectores, con tres concreciones (itinerarios) adecuados pedagógicamente a la edad y maduración de las personas. Es un proceso permanente, gradual e integral, que impregna todas las dimensiones de la persona, toda su vida.

El proceso formativo de la Acción Católica General ofrece a toda la Iglesia una propuesta formativa para todas las personas, no sólo para los miembros de la ACG.

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Organización

 

La organización es la expresión viva de la tercera nota de la AC: “unidos a la manera de un cuerpo orgánico”. Unidos los miembros de la ACG entre sí, y unidos a la comunidad eclesial en los distintos ámbitos. La organización es expresión y cauce de la comunión eclesial.

La nueva propuesta de la Acción Católica General, uniendo en una sola realidad a personas de todas las edades, permite proponer un proyecto pastoral integral, que no es necesario desarrollar, porque ya se está viviendo. No es una idea a llevar a cabo; es una realidad.

Garantiza un proceso continuado para toda la vida, que puede comenzar con el primer anuncio de la fe y que durará toda la vida del creyente.

Una propuesta que tiene en la parroquia su espacio natural en el que ser Iglesia. Una propuesta que favorece la corresponsabilidad de todos los miembros, sea cual sea su edad y condición.

El fin del movimiento Acción Católica General es la “evangelización de las personas y de los propios ámbitos en que está inmersa la parroquia”. Esto implica que son también fines del movimiento:

Impulsar un laicado maduro y consciente, evangelizador, misionero y militante.

Impulsar la evangelización de los ámbitos en los que está inmersa la parroquia.

Contribuir a la unidad de la comunidad parroquial en la misión y a la corresponsabilidad de todos sus miembros.

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Asimismo, como Movimiento de Acción Católica, y siguiendo la doctrina del Concilio Vaticano II, se rige por los siguientes principios:

Fin apostólico: Acción Católica General asume como propio “el fin apostólico de la Iglesia, es decir, la evangelización y santificación de todos los hombres y la formación cristiana de sus conciencias de tal manera que puedan imbuir del espíritu del evangelio las diversas comunidades y los diversos ambientes” (AA 20 a).

Dirección seglar: los seglares de Acción Católica General “aportan su experiencia y asumen responsabilidad.

onsabilidad en la dirección de esta organización, en el examen diligente de las condiciones en que ha de ejercerse la acción pastoral de la Iglesia y en la elaboración y desarrollo del método de acción” (AA 20 b).

Organización: en el Movimiento Acción Católica General “los seglares trabajan unidos a la manera de un cuerpo orgánico de forma que se manifieste mejor la comunidad de la Iglesia y resulte más eficaz el apostolado” (AA 20 c).

Vinculación con la jerarquía: Acción Católica General desarrolla su misión en “directa cooperación con el apostolado jerárquico”, y actúan “bajo la dirección superior de la misma jerarquía” (AA 20).

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Esta semana nos hemos acercado a la realidad de la Acción Católica General en nuestra diócesis. Así habla sobre ella su Consiliario, el sacerdote Juan Hevia Fisas.

Una realidad esperanzadora.

Escribe Juan Hevia Fisas, Consiliario diocesano de Acción Católica General

La Acción Católica General, heredera de una ya larga historia, nace como tal en el verano de 2009 con la clara vocación de colaborar en la misión de la Iglesia: la evangelización en el mundo y la sociedad actual, es decir, la misión de anunciar a Jesucristo a todas las personas, de colaborar en la maduración de la fe cristiana de aquellos que dan sus primeros pasos en la Iglesia, de establecer en todas las parroquias una propuesta estable de apostolado asociado para que la acción evangelizadora de los laicos sea más eficaz y se realice en un clima de comunión y celo apostólico.

Es una propuesta firme y seria para todos los cristianos de nuestras comunidades parroquiales, para los laicos normales y habituales de nuestras parroquias y diócesis. En las parroquias nos podemos encontrar con laicos bautizados pero que no han descubierto en toda su profundidad lo que es ser cristianos adultos en la fe y corresponsables en la misión. Es, por tanto, una propuesta para los laicos de todas las edades y para todas las parroquias y diócesis: la ACG acompaña “para” las comunidades parroquiales y para la diócesis, y por tanto lo hace en “estrecha relación” con los sacerdotes y el Obispo diocesano.

¿Cuál es el papel del Consiliario? Respondería a través de otra pregunta: ¿cuál es el papel del sacerdote diocesano?… pues el mismo, ni más ni menos. Si la ACG es la forma habitual de los laicos de las parroquias y de la diócesis, lo normal, es que el consiliario que acompañe esta realidad laical lo haga con la espiritualidad que le es propia al presbítero secular, sin necesidad de más añadiduras. Si la diocesaneidad es una dimensión esencial y constitutiva de la ACG, lo lógico es que esa misma dimensión se reclame a quienes, desde su ser ministros ordenados, están llamados a acompañar a la ACG; simplemente porque esa dimensión le es propia al sacerdote diocesano.

La ACG nace en la misma matriz y seno que el sacerdote diocesano, criada para apostar por el fin general de la Iglesia diocesana, en estrecha colaboración y relación con el Obispo diocesano; por tanto el sacerdote consiliario es el sacerdote párroco o vicario parroquial normal de cualquier parroquia normal de cualquier diócesis.

Mi papel como Consiliario diocesano conlleva además el acompañamiento de la Comisión Diocesana de la ACG y de los sacerdotes consiliarios de las distintas parroquias en las que está inserta la ACG en nuestra diócesis, así como participar de los diferentes encuentros y actividades que se organizan tanto en el nivel diocesano como en el general.

Situación actual de la ACG en la diócesis, hoy: esperanzadora. La ACG está presente en unas 14 o 15 parroquias repartidas por distintas zonas de la diócesis. En unas parroquias con mayor presencia y en otras con menos. En este presente curso pastoral una parroquia, la que debe de tener en estos momentos casi el mayor número de niños en catequesis, ha empezado a trabajar con los materiales que la ACG ha puesto al servicio de toda la Iglesia desarrollando los contenidos del reciente catecismo “Jesús es el Señor”; lo han decidido así porque han asumido, sin prejuicios de ningún tipo, que lo que ofrece la ACG es perfectamente válido y necesario para la evangelización hoy. Por tanto, es una situación esperanzadora.

Asimismo la tarea llevada a cabo desde hace años en el sector de infancia y el testimonio de los que componen el sector de adultos, desde hace ya muchos años, va dando frutos generosos en la permanencia y maduración en los procesos de fe como se manifiesta en un importante número de grupos de jóvenes.

Iglesia en Asturias Noviembre de 2016.

Acción Católica General: una propuesta para los laicos

Javier Martínez Fernández, de 43 años y padre de tres hijos, es, desde el pasado mes de septiembre, el nuevo presidente de la Acción Católica General en la diócesis. Fisioterapeuta de profesión, es uno de los ejemplos de niños que conocieron la AC con tan sólo 8 años, en la parroquia de La Purísima del Nuevo Gijón. Desde entonces, su vida ha estado ligada a esta asociación, una relación que tan sólo interrumpió durante dos años por una estancia laboral en Mallorca. Aquello le supuso “una oportunidad” –reconoce– para descubrir la Iglesia desde otro punto de vista, colaborando con la Pastoral Juvenil y formando parte del Sínodo que en aquellos años se celebraba en la diócesis.

Actualmente, Javier vive su fe dentro de un grupo de vida de adultos en la parroquia de San José de Gijón, la ciudad donde más arraigada se encuentra la Acción Católica en la diócesis –hay presencia en otras poblaciones, como Oviedo y Avilés, y en menor medida en localidades como Cartavio, Luarca, Llanes, Blimea o Mieres–. Su pertenencia a la Acción Católica como un elemento fijo a lo largo de su vida lo considera “algo natural”: “me permite ir creciendo como cristiano a lo largo de los años, y todo ello dentro de un mismo grupo, que acaba siendo para ti como una familia, lo cual te permite hacer un camino más rico”, señala. Es para él un compromiso “muy coherente” porque le ayuda “a madurar como cristiano y también a transmitirlo a los demás, en consonancia con el fin de la Iglesia, que es evangelizar dentro del ambiente que le toca a cada uno. Yo personalmente me siento un privilegiado –señala– porque el ámbito de la salud en el que trabajo favorece el acompañamiento a las personas”.

En la diócesis pertenecen a la Acción Católica General unas 300 personas, de las cuales la mitad aproximadamente son niños, y la otra mitad se divide, casi al 50%, entre jóvenes y adultos. El trabajo y la formación tienen a la Iglesia como referencia fundamental: “La AC es la herramienta de la que se dota la Iglesia para permitir la maduración en la fe de los laicos. Es como el cauce por el que cualquier laico puede participar de una organización con un proyecto que le permite vivir su fe de forma progresiva, de una manera integral y a lo largo de toda su vida”. Así define la AC su nuevo presidente diocesano, y recuerda que “no tiene ningún carisma específico”, es como la “marca blanca” de la Iglesia, que trabaja, además, con unas herramientras que se han probado durante muchos años y que suponen una gran riqueza para la Iglesia, como es el  “ver, juzgar, actuar”, así como la “revisión de vida”, o los “itinerarios de formación”.

Muchos conocen la AC desde niños, y comienzan a formar parte de ella en sus propias parroquias. Un proceso por el que el niño “integra de manera natural ese proceso del ver, juzgar y actuar, generalmente a través del juego, permitiéndoles descubrir valores, saber lo que Jesús nos dice a través de una realidad concreta que vemos, y conocer qué podemos hacer nosotros respecto a ella”.

La AC tiene una larga historia, con un período de crisis importante a mediados del siglo XX. Sin embargo, “hoy el proyecto que se plantea en la ACG supera esa imagen antigua. En la actualidad está muy clara la cuarta nota –asegura  el Presidente– del especial acompañamiento de la jerarquía eclesial, y el servicio que la AC tiene que dar a la Iglesia, con su mismo objetivo: la evangelización”.

Una historia –explica Javier– “llena de luces y sombras”, afirma, pero actualmente “muy ilusionante”, donde “damos un paso al frente y ofrecemos un proyecto nuevo y muy coherente con el momento y las necesidades actuales de la Iglesia, una Iglesia misionera, o como dice el Papa, “en salida”.

Iglesia en Asturias noviembre 2016.

El Papa recibe a los chicos de la Acción Católica Italiana para las felicitaciones navideñas.

Los mejores parabienes y la caridad

También este año los chicos y chicas de la Acción Católica de toda Italia llegaron al Vaticano para desearle Feliz Navidad al Papa

Felicitaciones que Francisco recibió con particular alegría y agradeció de corazón, al estar acompañadas por los frutos de iniciativas de solidaridad en favor de los pobres y de las personas más desfavorecidas:

En lo que ya es un encuentro tradicional, para el intercambio de felicitaciones navideñas, el Papa agradeció asimismo la presentación de las actividades que desarrollan. Y subrayó en particular, la que coincide con el siglo y medio de su institución:

«Quiero decirles que aprecio mucho los encuentros de conocimiento y de cercanía que en este año – el 150 de fundación de la Acción Católica– están realizando con los ‘abuelos’ de la Asociación. Ésta es una cosa muy bella e importante, porque los ancianos son la memoria histórica de toda comunidad, un patrimonio de sabiduría y de fe que hay que escuchar, custodiar y valorizar».

El Niño Jesús está en los marginados que nadie quiere mirar y amar

El Santo Padre animó el camino de formación que cumplen, inspirado en la metáfora de detenerse fotografiando los momentos decisivos de la vida de Jesús, para intentar «parecerse a Él, que es su mejor y fiel amigo»:

«Contemplando la vida y misión de Jesús, comprendemos que Dios es Amor. Por ello, sean buenos ‘fotógrafos’, tanto de lo que hizo Jesús, como de la realidad que los rodea, con mirada atenta y vigilante. Tantas veces hay personas olvidadas: nadie las mira, nadie las quiere ver. Son los pobres, los débiles, relegados a los márgenes de la sociedad, porque se les considera como un problema. Sin embargo, son la imagen del Niño Jesús rechazado y que no encontró acogida en la ciudad de Belén, son la carne viva de Jesús que sufre y es crucificado».

Con su aliento a preguntarse a quién prestan más atención en la escuela y en su alrededor, el Papa Francisco reiteró su exhortación:

«He aquí cuáles son vuestras ‘periferias’: intenten enfocar sus cámaras en los compañeros y personas que nadie ve nunca y atrévanse a dar el primer paso para salir a su encuentro, regalarles un poco de vuestro tiempo, una sonrisa, un gesto de ternura.

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