La Noticia en la Prensa Asturiana: El Comercio la Voz de Avilés.
La iglesia de Nuestra Señora del Carmen celebra su efemérides con la consagración de su nuevo altar por el arzobispo de Oviedo.
Por SHEYLA GONZÁLEZ. Salinas – El Comercio La Voz de Avilés Domingo 24/01/2016.
El 7 de diciembre de 1940, en las vísperas de la festividad de la Inmaculada Concepción, los feligreses de Salinas asistían a la bendición del altar mayor y el retablo de la que iba a ser su nueva parroquia, la iglesia de Nuestra Señora del Carmen. Una efemérides que la comunidad católica y los vecinos de la localidad celebraron ayer consagrando su nuevo altar, este sí, de piedra.
Las labores oficiales corrieron a cargo del arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, que se encargó de bendecir el nuevo altar, que guardará a partir de ahora las reliquias de San Benito Abad. Además, el arzobispo confirmó a cuatro jóvenes de la parroquia.
La historia de la parroquia de Salinas se remonta al año 1886, cuando se construyó la primera capilla, en la ya desaparecida plaza del Carmen, que dio lugar a la creación, por Real Orden, de la Coadjutoría Filial de Salinas bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen, dependiente de la parroquia de San Martín de Laspra y que daría servicio a los vecinos de Salinas y Raíces.
No fue hasta diciembre de 1928 cuando se dio el paso de crear una parroquia independiente. El encargado de su construcción fue Julio Galán Carvajal, que no pudo ver terminado su trabajo pues fallecía en 1939. Las autoridades eclesiásticas bendecían el altar mayor con su retablo el 1940, fecha por la que ayer se celebró su 75 aniversario, ya que fue cuando se dieron por cerradas las obras de reforma de la iglesia.
Una vez que el templo estaba en pie, el siguiente paso fue conseguir la parroquia independiente y dejar de ser coadjutoría, hito que se consiguió en 1959, siendo Santiago Velasco párroco oficial de la iglesia. Desde entonces han pasado ocho curas titulares por Nuestra Señora del Carmen, siendo actualmente párroco Agustín González Morera, que asumió el cargo en el año 2013.
LAS FECHAS
1889 – Por Real Orden se crea la Coadjutoría Filial de Salinas bajo la advocación del Carmen.
1928 – Se colocó la primera piedra de la iglesia actual de Salinas con asistencia de autoridades.
1940 – El 7 de diciembre tuvo lugar la bendición del altar mayor con su retablo, que preside el prebisterio.
1959 – Se crea la parroquia independiente de Salinas con Santiago Velasco como primer párroco.
El altar, puerto de llegada y de partida
Es el lugar donde está el Cuerpo y la Sangre, es navío donde se transportan nuestras intenciones al corazón de Dios.
Autor: P. Carlos M. Buela |
¡El altar!…
Es el centro del templo. El templo es un pequeño cielo en la tierra, pero lo que en el templo hay de más celestial y divino, es el altar.
Es el polo más importante de la acción litúrgica por excelencia, la Eucaristía.
El altar es, una cosa excelsa, elevada, no sólo por el lugar elevado que ocupa, sino por las funciones que sobre él se celebran.
Es lecho donde reposa el Cuerpo entregado y la Sangre derramada.
Es atalaya desde donde se divisan los horizontes del mundo, ya que «cuando yo sea levantado de la tierra – dijo Cristo – atraeré a todos hacia mí» (Jn 12, 32).
Es navío por donde se transportan nuestras intenciones al corazón de Dios.
Es faro que ilumina todas las realidades existentes, sin excluir ninguna, en especial las humanas, porque «el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado».
Es pupitre porque en él la Santa Trinidad escribe en nuestras almas las más sublimes palabras de vida eterna.
Es oasis en el que los cansados del camino renuevan las fuerzas: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso» (Mt 11, 28).
Es base de lanzamiento de donde pasa la Víctima divina junto con nuestros sacrificios espirituales al altar del cielo.
Es ágora, punto de encuentro y de contacto de todos los hombres y mujeres que fueron, que son y que serán.
Es puerto de llegada y de partida.
Es mástil y torreta de navío desde donde debe mirarse el camino a recorrer para no errar el rumbo.
Es «fuente de la unidad de la Iglesia y de concordia entre hermanos».
Es cabina de comando desde donde deben tomarse las correctas decisiones para hacer siempre la Voluntad de Dios.
Es clarín que convoca a los que se violentan a sí mismos: «El Reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo conquistan» (Mt 11, 12).
Es bandera desplegada porque abiertamente nos manifiesta todo lo que Dios nos ama y, con toda libertad, nos enseña cómo ser auténticamente libres.
Es ejército en orden de batalla, donde claudican las huestes enemigas.
Es regazo materno, seguro cobijo para el desamparado.
Es encrucijada de todas las lenguas, razas, pueblos, culturas, tiempos y geografías, y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad de toda creencia, porque «por todos murió Cristo» (2 Cor 5, 15).
Es antorcha porque la cruz «mantiene viva la espera … de la resurrección».
Es trampolín que nos lanza a la vida eterna.
Es hogar, horno, brasero, donde obra el Espíritu, «el fuego del altar» (Ap 8, 5).
Es mesa donde se sirve el banquete de los hijos de Dios, por eso se le pone encima mantel. Sobre él, se reitera el milagro de la Última Cena en el Cenáculo de Jerusalén. Se realiza la transubstanciación.
Es «símbolo de Cristo», que fue el sacerdote, la víctima y el altar de su propio sacrificio, como decían San Epifanio y San Cirilo de Alejandría.
Es el Altar vivo del Templo celestial. «El altar de la Santa Iglesia es el mismo Cristo». Es el propiciatorio del mundo. «El misterio del altar llega a su plenitud en Cristo». María está junto a Él.
Es imagen del Cuerpo místico, ya que «Cristo, Cabeza y Maestro, es altar verdadero, también sus miembros y discípulos son altares espirituales, en los que se ofrece a Dios el sacrificio de una vida santa». San Policarpo amonesta a las viudas porque «son el altar de Dios». «¿Qué es el altar de Dios, sino el espíritu de los que viven bien?… Con razón, entonces, el corazón (de los justos) es llamado altar de Dios», enseña San Gregorio Magno.
Es ara. Sobre todo, es ara. Sobre él se perpetúa, a través de los siglos y hasta el fin del mundo, de manera incruenta, el Único sacrificio de la cruz.