En el evangelio de hoy, los saduceos quieren someter a Jesús a un a trampa, ya que ellos no creen en la resurrección y El les dice a ellos y a nosotros por medio del evangelio que nos ha sido transmitido, como seremos, como ángeles, hijos de Dios y D. Agustín nuestro Párroco, con gran imaginación, ciertamente, ya que el tema de la resurrección es muy difícil de explicar a niños de tan corta edad, les pregunta que si cuando se comen una manzana dejan algo sin comer y poco a poco les hace descubrir que dejan el vulgarmente llamado corazón de dicha fruta y en él están las semillas que necesitan pudrirse y morir para dar fruto y origen a un futuro árbol, buena similitud con lo que nos pasará a nosotros, moriremos y pasaremos a otra vida como ángeles, aunque, bien es cierto, que para merecerlo, tendremos que estar siempre cerca de Dios con nuestras buenas obras y aquí, también con gran astucia, les hace ver D. Agustín como la lámpara central de la Iglesia pende del techo con un enganche y que de no ser así, se caería, como nosotros caeremos si nos apartamos de Dios. Así pues, esforcémonos en merecer ser resucitados, amando a Dios y a nuestros hermanos.